domingo, 12 de agosto de 2012

La noche. Oler el mar, sentir su brisa y el sonido de las olas cuando por fin rompen.
Siempre quiso sentirse libre y huir de todo lo que le rodeaba. Sola. Y mirar. Mirar a la gente pasar, uno por uno; tan felices. Nunca los entendió, tampoco quiso hacerlo, "¿Para qué?" pensaba. "Al fin y al cabo somos todos iguales, ¿no? Sólo que no igual de felices." Lo decía apenas sin voz. Y se escondía tras el humo de su cigarro, ese que tanto le gustaba mientras por su mejilla caía una lágrima. Respiró tan fuerte que parecía que se iba a ahogar, o eso creía. "Bah. Mira esa. Su sonrisa. Seguro que está enamorada, pobrecita." decía, mientras otra lágrima caía seguidas de otras muchas más.

Y de repente:

-¿Qué quieres?

-...

-Vete.

-...

-Que te vayas. Joder. -gritaba-

Miró hacia su lado izquierdo y se dio cuenta de que no había nada más que un triste paisaje. Se dio cuenta de que él no estaba y de dio cuenta de que nunca estuvo. Se dio cuenta del silencio que habitaba en aquel lugar tan frío. Se dio cuenta de muchas cosas más, pero sobre todo se dio cuenta de que estaba sola y que siempre lo estuvo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario